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viernes, 23 de abril de 2010

VASOS PARLANTES: DE TULUM, LA MUJER DE NAHARON, LA MÁS ANTIGUA DEL CONTINENTE AMERICANO







México, 11.18.2008. Eva de NAHARON tenía 45 años cuando murió y medía 1 metro 41 centímetros. Sus restos óseos tienen 13 mil 600 años de antigüedad, dicen especialistas. La osamenta se localizó en cenote, a 22.6 metros de profundidad.

Se desconocen 95 mil años de historia del hombre, apenas se han documentado los últimos 5 mil del pasado de la humanidad. No obstante, México ha contribuido con el hallazgo y fechamiento de los restos óseos más antiguos del continente encontrados en NAHARON, Quintana Roo.

Estos vestigios pertenecieron a una mujer de 45 años de edad, de un metro 41 centímetros de estatura y un peso de 53 kilogramos. De acuerdo con la prueba del Carbono 14, tiene una antigüedad de 13 mil 600 años, lo que la convierte en la más viejita de la región, incluso más que la Mujer del Peñón de los Baños, con apenas 12 mil 600 años.

Con este informe, Arturo González, director del Museo del Desierto de Coahuila; el antropólogo Concepción Jiménez, de la dirección de Antropología Física del INAH, y el antropólogo Gabriel Saucedo del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, anunciaron el cuarto Simposio Internacional El hombre temprano en América, que se realizará del 18 al 22 de agosto en el Museo Nacional de Antropología.

En dicho foro se darán a conocer investigaciones como ésta, que dan respuesta a las interrogantes sobre el poblamiento del continente.

Se tendrá la participación de Carlos Lorenzo, integrante del equipo de Eudald Carbonell, en Atapuerca, España, uno de los sitios arqueológicos más importantes de la evolución humana.

Asimismo, se contará con la participación de José Luis Lanata, investigador argentino que sostiene que los grupos humanos llegaron a América hace más de 18 mil años.

Uno de los trabajos que más llamará la atención es el que presentará James Chatters, acerca del Hombre de Kenewik, uno de los restos óseos que más ha despertado polémica por su afiliación poblacional.



Tulum en la historia

Hace dos semanas, en el Congreso Mundial de Arqueología en Irlanda se reconoció el descubrimiento de Eva de NAHARON realizado por el equipo del paleontólogo Arturo González, en un cueva localizada a 44.5 kilómetros al suroeste del poblado de Tulum, en el sistema subterráneo llamado El Naranjal.

En este lugar, explica el también paleontólogo, se encontró el esqueleto parcialmente completo de una mujer de entre 30 y 40 años de edad, de 141 centímetros de estatura y un peso estimado de 53 kilogramos.

De la osamenta de NAHARON se obtuvo un primer fechamiento de Carbono 14, a través de la técnica de Aceleración por Espectrometría de Masas (AEM), lo que dio una antigüedad de 13 mil 600 años.

González explica que el colágeno encontrado en los tejidos era pobre, así que los especialistas de las universidades de Oxford y California tuvieron que trabajar con el poco material obtenido en los huesos, los cuales permanecieron bajo el agua durante más de 13 mil años.

No sabíamos que los hombres de la Era del Hielo nos habían dejado en Tulum, un testimonio funerario, una mujer viejita que murió a los 45 años y tiene una antigüedad de 13 mil 600 años, añadió Arturo González.



El descubrimiento no fue fortuito, se trabajaba en el Proyecto del Atlas Arqueológico en la región. El ingreso se realizó a través de un cenote de 30 por 45 metros de diámetro. La osamenta humana se localizó a 368 metros de la entrada de la oquedad más próxima, también llamada NAHARON, y a 22.6 metros de profundidad.

Como referencia a este hallazgo, el antropólogo Concepción Jiménez, indica que hasta hace unos años, los restos más antiguos de América eran los de la Mujer del Peñón, fechados en 2000 por el método de Carbono 14. Recordó que esta osamenta fue descubierta de forma accidental cuando el señor Tereso Hernández cavaba un pozo en su propiedad, en la Ciudad de México.

Ante el gran universo de investigación, Arturo González, señaló que se necesitan más arqueólogos, biólogos y paleontólogos interesados en el estudio del ORIGEN DEL HOMBRE.



 
Los habitantes más antiguos de México alcanzan más de 10 mil años

Algunos estudios indican que fue hace más de 20 mil años cuando llegaron los primeros hombres al territorio del Continente Americano. Se cree que fueron tres oleadas de migrantes, provenientes de otras latitudes, las que se asentaron en lugares que poseían abundantes fuentes de recursos naturales como la Cuenca de México. Precisamente fue en esta región donde se localizaron los restos de 54 personas, considerados los habitantes más antiguos de México.

Son la referencia más antigua de la historia antropológica del país y forman la Colección de Hombres Precerámicos, llamados así por pertenecer a un periodo en que la elaboración de la cerámica no existía. También se les conoce como prehistórico. Esta serie de esqueletos son parte de la gran colección osteológica que resguarda el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en las instalaciones del Museo Nacional de Antropología (MNA).

En entrevista, el antropólogo Concepción Jiménez mencionó que esta serie de esqueletos es de gran importancia por su antigüedad, la cual va de los 12 mil 700 a los 4 mil años. A partir de los estudios aplicados, se ha podido obtener información que permite definir las actividades desarrolladas por estas personas así como sus costumbres, hábitos alimenticios y estilo de vida, entre otros aspectos.

Esta colección se ha conformado con el paso del tiempo, por los restos óseos localizados, la mayoría de manera fortuita, en diferentes lugares de la cuenca. El primer hallazgo se remonta a 1884 cuando, al realizar excavaciones en la zona que ocupa la colonia Peñón de los Baños, fueron identificados los restos de un hombre que sería llamado el Hombre del Peñón I. Se encontró fragmentado e incrustado en roca con un proceso de mineralización muy avanzado.

Sin embargo, no se ha podido definir su antigüedad debido a la ausencia de colágeno en los huesos —sustancia que permite definir la temporalidad por medio del Carbono 14— por lo que se buscaron otras alternativas como la técnica con uranio, que brinda resultados satisfactorios. Actualmente una muestra de esos restos se encuentra en los laboratorios de la Universidad de Brixton, Inglaterra.

Lo mismo sucede con los restos del Hombre del Peñón II, encontrados en junio de 1957. Este esqueleto de sexo femenino se encuentra fragmentado y con un alto grado de mineralización; se cree que tuvo de 25 a 30 años en vida.

 En 1959 se recuperan los restos más antiguos localizados hasta la fecha. A la Mujer del Peñón III —la habitante más antigua de México—se le atribuye una antigüedad de 12 mil 700 años. A diferencia de los anteriores, este esqueleto contiene un ligero proceso de mineralización, era del sexo femenino y tenía una edad, al momento de morir, de entre 24 y 26 años.

 Posteriormente, el 22 de febrero de 1947, se localizan los restos óseos de otro hombre en Tepexpan, Estado de México. El esqueleto se recuperó casi en su totalidad y aunque presenta un avanzado estado de fosilización, se encuentra conservado. Se le atribuye una antigüedad de 2 mil 200 años y una edad en vida que oscila entre los 30 y 35 años.

 Para 1953, en la colonia Santa María Aztahuacán, fueron hallados los restos de una pareja, un hombre de 25 a 30 años y una mujer de 25 a 35 años de edad. A través del método de Hidratación de obsidiana, se les concedió una antigüedad de 9 mil 400 años y los esqueletos están casi completos; se encuentran en buen estado y presentan un proceso de mineralización avanzado.

 Durante la década de los sesenta se realizaron dos hallazgos de suma importancia: el Hombre de Tlapacoya, en 1968, de 30 a 35 años de edad con una antigüedad de 9 mil años; y el Hombre del Metro Balderas, en 1967, de 35 a 40 años en vida y con 10 mil 500 años de antigüedad.

 Si bien todos los anteriores son los hallazgos más representativos de la colección, existen otros como el Hombre de Chimalhuacán y el Hombre de Texcoco —el más reciente, localizado en marzo de 2000— que completan la serie. Con los estudios realizados se han podido obtener una serie de datos que están relacionados con sus estilos de vida.

Por ejemplo, el estado que presentan los dientes se relaciona con cuestiones de alimentación. Los especialistas consideran que su dieta estaba compuesta por una serie de alimentos duros que provocaban el desgaste dental. Se infiere también que la dentadura fue una de sus principales herramientas al momento de confeccionar sus ropas o fabricar armas o utensilios.

Se ha llegado a la conclusión de que fueron personas que disfrutaban de buena salud. Los restos de estos hombres no presentan evidencias de haber padecido enfermedades que con el tiempo surgieron; sin embargo, la constante en la edad al momento de morir (30-40 años) muestra que su expectativa de vida era corta, en comparación con la actual. Esto se relaciona con algunos padecimientos como calenturas o gripas, que no pudieron contrarrestar en su momento.

Otra de las principales características es que los esqueletos presentan un cráneo alargado, rasgo que permite a los investigadores determinar, a primera vista, que se trata de restos precerámicos. Cabe mencionar que estas dimensiones craneales, desaparecieron con el paso del tiempo.

Umbrales Sagrados

Los restos óseos de la mujer americana más antigua, datados en 11 mil 600 años; y de animales pleistocénicos como el gonfoterio y el gliptodonte, que habitaron hace 20 mil años; numerosas piezas prehispánicas mayas y un par de rifles usados en el siglo XIX durante la Guerra de Castas, son parte de los “tesoros” rescatados en cuevas y cenotes de México.

Por primera vez, el Museo del Templo Mayor (MTM) —dedicado a la difusión de la cultura mexica—, alberga éstos y otros materiales de gran importancia, que suman cerca de 200, recuperados en exploraciones arqueológicas llevadas a cabo en este tipo de espacios naturales distribuidos en los estados de Quintana Roo, Campeche, Yucatán, Chiapas y Tabasco.

La exposición Umbrales sagrados, portales mágicos. Cuevas y cenotes mayas —que reúne una colección paleontológica, arqueológica e histórica, única—, fue inaugurada la víspera en este recinto del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), donde podrá ser visitada a partir de hoy y hasta el 8 de febrero de 2009.

De acuerdo con el arqueólogo Luis Alberto Martos —curador de la muestra temporal—, si bien la inmersión con fines científicos en estos depósitos, inició a principios del siglo XX con los estudios de Edward Thompson en el Cenote Sagrado de Chichén Itzá, Yucatán; las exploraciones sistemáticas en los mismos comenzaron en la década de los 90.

“Las cuevas y los cenotes son espacios muy interesantes porque en ellos coexiste lo profano y lo sagrado. Ahí se encuentran vestigios de actividades domésticas y de extracción de materiales constructivos, sin embargo, para los mayas fueron un acceso que conectaba con lo sobrenatural, eran vistos como portales hacia los planos cósmicos”, explicó en conferencia de prensa el también Director de Estudios Arqueológicos del INAH.

Pero miles de años atrás, cuando la Península de Yucatán era una pradera, por ella pasaron animales de grandes dimensiones, caso del gonfoterio y el gliptodonte. Los restos óseos de algunos de éstos, así como réplicas de tamaño original prestadas por el Museo del Desierto en Coahuila, pueden admirarse en Umbrales sagrados, portales mágicos.

El cráneo de la Mujer de Najaron, hallado en ese lugar de Quintana Roo —como se dijo, el más antiguo de América con 11 mil 600 años—, es una de las piezas prehistóricas que destacan en la exhibición. A su vez, se encuentra el cráneo de la Mujer de Palmas, con una antigüedad de 10 mil años, y el cual revela huellas de sacrificio.

Entre la colección se encuentran diversos objetos cerámicos mayas como vasijas, ollas globulares, incensarios antropomorfos y portaincensarios, braseros, urnas, sahumadores y cántaros, entre otros; además de orejeras, vasos en alabastro, metates en piedra; cuentas, pendientes y sartales en piedra verde; orejeras y cascabeles en cobre; y una máscara miniatura con incrustaciones de piedra y concha.

Varios de estos enseres rituales y ornamentos prehispánicos, que van del 150 a.C a la Conquista, fueron recuperados mediante exploraciones en diversas cuevas de Xcaret (Quintana Roo), en el Cenote Sagrado de Chichén Itzá y las grutas de Balamkanché y de Chaac (Yucatán), así como en las cuevas de la Sierra Tapijulapa (Tacotalpa, Tabasco), por citar algunos.

Las instituciones prestatarias —la mayoría adscritas al INAH— son los museos regionales “Carlos Pellicer Cámara” de Tabasco, “Palacio Cantón” de Yucatán y de Chiapas, los Centros INAH de estas dos últimas entidades, el Instituto de Cultura de Tabasco; el museo del Ex - convento de San Bernardino de Siena, Valladolid, Yucatán; la Subdirección de Arqueología Subacuática y la Dirección de Estudios Arqueológicos.

Durante la Guerra de Castas, en el siglo XIX, las cuevas sirvieron de refugio a los mayas rebeldes, quienes depositaban ahí su arsenal. Esto se comprobó con el hallazgo de 129 rifles y otro tipo de armamento en un cenote aledaño al Ex - convento de San Bernardino de Siena, en Valladolid, Yucatán. Dos de ellos también se exponen en Umbrales sagrados, portales mágicos.

El visitante de la exposición comprenderá finalmente el arduo trabajo que implica la exploración arqueológica en estos pasajes prácticamente ignotos. Se requiere de una preparación especial por parte del investigador, así como del uso de técnicas de espeleología y espeleobuceo, y métodos particulares de registro.

TULUM es la única entrada y salida a la península de Yucatán, espléndido hogar de la mujer de NAHARON, que vivió hace 13,600 años, durante la fría temporada de la última glaciación

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